Por Licenciada Alicia Lucero. Es muy posible que algunos sepan que mi trabajo es clínico y por eso, trabajo en un consultorio. Por esa razón, he podido escuchar en la sala de espera, a algunas madres, diciendo que “sus hijos les hicieron berrinches a la salida del colegio…y, lo peor es que estaban los otros padres con sus niños. Una verdadera vergüenza…”

Características del berrinche

Algunos autores dicen que el berrinche aparece a una edad aproximada,  de los dos años. Ahora bien, no todos los enojos de tu hijo son una rabieta o berrinche. El comportamiento de los niños durante una rabieta, varía de niño a niño, pero tu hijo en particular, probablemente, se comporte de una forma similar, cada vez que tiene un berrinche. Quizás,  puede correr por el cuarto, alocado y gritando, fuera de control, de manera que cualquier objeto que esté en su camino puede acabar volando. O también, cuando ocurre esto, los niños pequeños, pueden intentar escaparse, gritar hasta ponerse roncos, dar patadas, tirarse en el suelo o ponerse  tensos por lo que, no puedes obrar sobre él, ni indicarle nada, dado que no pueden escuchar.

Dicen algunos autores que, un berrinche es algo diferente, y lo comparan con un cortocircuito. Una vez que se inicia, ni un adulto lo puede interrumpir, ni el niño se puede detener voluntariamente.
Esta conducta, puede aparecer cuando menos la esperás, ante un deseo o una exigencia, y le genera una incomodidad importante, por la cual, el niño se carga de energías negativas que empiezan a aumentar dentro de él; hasta que, sólo cuando hace esa explosión, puede liberarlo.
Algunas veces la acumulación de tensión, es lenta.

Cómo actuar ante este proceso.

  1. Primero, mantener la calma. Con esta postura, le digo al niño: no me asusto, no me descontrolo…
    Intentoevitar las rabietas sin comprometer mis propios límites, porque no aportaría nada positivo para ninguno de los dos: padres y niño.
  2. Proteger al niño en estos momentos, para evitar golpes o
    accidentes, ante la reacción.
  3. Utilizar reemplazo de objetos, causa del berrinche. Ej. cambio un juguete por otro; una golosina por otra o una propuesta por otra…Lo presento al cambio, con convicción y seguridad de que esto, es
  4. Cuando no logró realizar el remplazo, porque el niño necesita descargar, se intentará poner un límite espacial, (Ejemplo: quédate ahí, hasta que se te pase… en el lugar que se disponga sea público o privado o espacio de un auto…) y, un límite (Vení, cuando se te pase). No le digo: No te quiero, no te soporto…u otras cosas. No debo formar parte del enojo. Cuando se calme, debe encontrar a la madre o padre que lo puede contener.
  5. La madre pondrá límites hasta donde pueda llegar, a sabiendas de que, en ese momento de descontrol, no la puede escuchar. Ej: En un comedor pude ver con asombro, una nena que se soltó en un llanto ruidoso y gritos rabiosos, ante la mirada de sus padres y demás comensales, inmutables. Cuando se desgastó el proceso, se levantó el padre, la tomo con suavidad y la guió hacia afuera, para hablarle. Ésa, es la mejor manera de poner límites, sin sumarse al enojo del niño y, sin avergonzarlo ante todos.
  6. Consideren que este exceso de enojo, asusta, hasta al mismo niño.
  7. No intentes discutir con tu hijo, ni gritar para resolver el conflicto. Reitero, esperá, que se calme.
  8. No le ofrezcas recompensas, ni castigos.
  9. No dejes que las rabietas en público te hagan sentir mal y actúes para satisfacer al que mira.

CONCLUSIONES

Una vez que tu hijo se dé cuenta de que sus enojos son genuinamente incontrolables y, le proporciona beneficios, es probable que aprenda a usarlos y entre, en un estado de rabietas, un tanto deliberadas, típicas de niños de 4 años, cuyos berrinches, ciertamente, no se han manejado con eficacia.

No es fácil ser un niño chiquito, y pasar sin control de esos estados de ansiedad, a explosiones de rabia. Tampoco es fácil ser madre o padre y tener que convivir con ese estado emocional tan variable y mantenerlo en equilibrio.

Para prevenir muchas de las rabietas de tu pequeño, tratá de planear su día de manera que, la frustración, permanezca fuera de los límites de su tolerancia, la mayor parte del tiempo. Si cuando va a un negocio determinado, hace berrinches, no lo llevés a ese negocio.

No hay ninguna ventaja en desafiar a tu hijo con cosas absolutas que hay que «hacer» y «no hacer»; o, en acorralarlo en situaciones en las que su única opción, es explotar de rabia. Déjale una ruta de escape digna. Ej: Por supuesto que tu niño debe salir con el abrigo puesto en una jornada de frío intenso; si eso, es lo que le has dicho; pero quizás, no necesite llevar el cierre hasta el cuello abrochado, todavía. Otro ejemplo: No le exijas que pida disculpas por la crisis desatada, porque no es el momento de reflexión y calma, el que predomina.

Pero el tiempo ayuda en gran parte de la turbulencia emocional; las conductas se habrán calmado para cuando tu hijo haya completado su cambio desde el proceso de rabietas hacia otros modos de actuar, favorecidos por tu calma, comprensión y ejemplos  vivenciados. A medida que tu niño crezca, podrá manejar mejor las cosas porque las ve reflejadas, en la intimidad de su familia.

Fotografía: BBmundo