A través de tres partes, iremos contando sobre los comienzos, auge y desaparición del Museo de la Ciudad, un espacio que albergó fotos, archivos y objetos de las familias de Alta Gracia y donde se encontraba la verdadera historia de los vecinos.
Durante tres capítulos, ediciones, publicaciones (como usted, lector, desee llamarle) desde Redacción Alta Gracia iremos recapitulando la historia del Museo de la Ciudad: un espacio que albergó parte de la historia de nuestra ciudad y que hoy ya no existe.
Sí, nuestra ciudad cuenta con varios espacios museológicos que buscan evocar años pasados.
Por un lado, nuestro mayor emblema, el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers, recapitula los tiempos jesuitas e incluso ahora ha impulsado la memoria afro, tan invisibilizada durante siglos.
Por otro, tenemos el Museo Arqueológico Municipal, con su importante colección de piezas arqueológicas. El Museo Falla, Dubois, y la casa del Che nos presentan las historias de los más ilustres ciudadanos que pisaron nuestras calles.
¿Y la historia de los vecinos?
De eso se encargaba el Museo de la Ciudad: de la historia nuestra, de la de todos los días, de la de nuestros abuelos, bisabuelos, tíos y de esos amigos de toda la vida que forjaron nuestra identidad ciudadana más reciente del siglo XX.
A través de una conversación con Luis Rosanova – museólogo, historiador y restaurador -, iremos narrando en tres partes las historias e histeria que pasaron sobre objetos, fotos, archivos y mobiliario… La historia de un museo desaparecido, pero vivo aún mediante la fuerza de la memoria.
Los comienzos
Corría el año 1983: plena vuelta de la Democracia a Argentina y Audino Vagni había sido electo intendente. Antes de entregar el poder a Vagni, en diciembre se crea por ordenanza el Museo de la Ciudad e inauguran una muestra en donde es hoy Tribunales de Alta Gracia, sobre calle Sarmiento. Cinco o seis vitrinas albergaban en ese momento fotos, objetos y archivos.
Al asumir Vagni, el edificio es desalojado ya que no pertenecía al Municipio y había que abonar un costoso alquiler. Es así que la Dirección de Cultura se muda a donde es hoy la YPF sobre Avenida del Libertador… y menos de un año después, los objetos del Museo de la Ciudad son archivados.
«El Museo queda en stand by. En 1988, cuando se conmemoran los cuatro siglos de las tierras que le dan a Juan Nieto, creé una muestra que se llamaba “Alta Gracia en la Memoria de las Abuelas”. Con mi esposa (Susana Salas) y colaboradores armamos una muestra para esos meses que duraron las conmemoraciones de los 400 años, evocando las actividades industriales que tuvo la ciudad, con fotos, objetos que íbamos recolectando en mi Fiat 600 casa por casa», cuenta Rosanova.
Según detalla el museólogo, la muestra fue un éxito, siendo visitada por miles de personas que querían ver plasmada la historia reciente de sus antepasados.
Años después, en 1991, se compra el edificio de la actual Casa de la Cultura y se crea por ordenanza la Casa de la Cultura y Museo de la Ciudad. No obstante, Vagni deja el poder, y su sucesor, Barrientos, no sigue adelante con el proyecto.
«En 1993 presento un proyecto y creamos nuevamente, después de 10 años, el Museo de la Ciudad. Ya como Director del museo, lo funcionalizo y transformo el museo en la Casa de la Cultura y empieza a crecer el patrimonio. Toda la gente que me había ayudado en el ’88 empezó a donar objetos: cosas interesantísimas, de los primeros intendentes, mobiliario antiguo de la época de Lepri…», rememora Rosanova.
Dentro del mismo edificio coexistían en perfecta armonía, por un lado el Museo de la Ciudad y, por otro, la Casa de la Cultura. Las salas 1 y 2 correspondían al Museo y el resto del espacio era utilizado para dar talleres, como en la actualidad.
Ese mismo año, en 1993, con bombos y platillos se reinaugura el Museo de la Ciudad y empieza a aparecer en la grilla semanal en la programación de La Voz del Interior (en papel, por supuesto) de las cosas que se pueden visitar en diferentes localidades. En Alta Gracia la grilla refería a tres museos: El Museo Falla, el Museo de la Ciudad y el Museo Jesuítico.
El corazón del Museo de la Ciudad, finalmente, había comenzado a latir…
Parte 2:
Historias e Histeria, parte II: El auge del Museo de la Ciudad