Encontraron a una jubilada muerta en su casa y una pintada que decía: «Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos”. La mujer es la madre de Fernando Albareda, militante de HIJOS, que ya había sido amenazado.
Susana Beatriz Montoya, de 74 años, apareció muerta en su casa de barrio Ampliación Poeta Lugones, en la zona norte de la ciudad de Córdoba. Aunque se aguardan resultados de la autopsia, presentaba signos de haber sido víctima de una muerte violenta: un golpe en la cabeza y un corte fatal.
Aparentemente, lo primero fue el golpe, provocado por un objeto pesado.
Hasta allí, un parte policial más, con una particularidad: la mujer asesinada es la madre de Fernando Albareda, hijo del subcomisario Ricardo Fermín Albareda, torturado y asesinado en la dictadura, aún hoy desaparecido.
El parentesco de la víctima también podría no ser relevante si no fuera porque, junto con el cuerpo de su madre muerta, su propio hijo Fernando Albareda encontró un mensaje como los que dejaba la Triple A, la organización paramilitar que en los ’70 amenazó, secuestró y mató a lo largo y a lo ancho del país.
En una pared de la casa escribieron: “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos. #Policía”. Estaba escrito en rojo, aparentemente con un lápiz labial.
Preocupación por posibles connotaciones
Los organismos de Derechos Humanos de Córdoba tomaron conocimiento del hecho muy temprano y están al aguardo de las novedades que se produzcan con el reporte definitivo de la autopsia y con otros detalles de la investigación que puedan arrojar luz y clarificar algunas de las muchas hipótesis que podrían presentarse en un caso como este.
Son cautos y al mismo tiempo, hay una profunda preocupación por las posibles implicancias de un crimen de estas características. Evalúan alternativas frente a las posibles conclusiones.
En el balance, los investigadores deberán confirmar si se puede configurar un homicidio en ocasión de robo. Primero debería constarse el robo y segundo, los perpetradores deberían conocer no solo el historial de la familia, sino también tener algún manejo político como para establecer la amenaza. Difícil, no imposible.
En la información preliminar, no se podía confirmar que hubiese habido robo; solo se encontró un gran desorden y a la mujer ya fallecida en el patio. En principio, no se encontraron signos de que se haya forzado alguna abertura para el ingreso en la vivienda.
Al mismo tiempo, parece oportuno hacer notar que el episodio se produce después de reiteradas amenazas.
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