Hace 21 años miles de argentinos y argentinas desahuciados salían a las calles con cacerolas pidiendo «que se vayan todos». Puebladas en distintas ciiudades, represión y muertos. El expresidente radical, Fernándo De la Rúa huía en helicóptero de la Casa Rosada. Hoy, un 20 de diciembre, la alegría del pueblo argentino la dió el fútbol.
Fue imposible no rememorar aquellos años de angustia cuando De la Rúa huía de la Casa Rosada tras dos días de estado de sitio, represión en Plaza de Mayo y miles de argentinos ocupando las calles con un solo grito: «Basta».
Y fue difícil no recordalo porque el helicópero que llevó a los jugadores del Seleccionado Argentino de Fútbol que – en caravana no pudieron con la marea humana en las calles-, nos trajo a la memoria un día clave para la democracia como fue aquel 19 y 20 de diciembre de 2001. Un helicóptero y la nada. El abismo. La semana de cinco presidentes.
21 años después la plaza de Mayo, el obelisco y las ciudades y pueblos de nuestro país se pintaron de celeste y blanco cuando, después de 36 años y de la mano de Diego Maradona, la copa del mundo volvió a la Argentina.
No hubo más amor y alegría que estos días. No hubo más grieta que la que nos separa a las provincias argentinas de la metrópolis, en donde – desde siempre- se cocinaron todas las cosas y se vivieron las mayores alegrías y tragedias. No hubo más abrazos que el dado con el otro u otra que estaba al lado en la calle.
Pero aquellos nuestros muertos, nuestras luchas, nuestras peleas diarias no quedan en el «olvido» por un par de horas de alegría popular. La seguimos remando, peleando día a día, nos destroza la inflación, nos sublevan las injusticias. No olvidamos.
Pero si Messi – después de cinco munciales- se mereció levantar la copa del mundo, nosotros y nosotras también nos merecemos unos días de felicidad popular.