Por Redacción Alta Gracia. El miércoles por la tarde, cerca de 250 personas reclamaron por justicia para Santiago Maldonado. Participaron vecinos y vecinas de Alta Gracia y la zona del Valle de Paravachasca. En la previa, la Policía «amenazó» a unas jóvenes militantes que habían pintado con tiza el piso al frente del Reloj Público. Las jóvenes se comprometieron a borrarlo y así lo hicieron al terminar la marcha

El comienzo de la marcha fue acompañada por cuerdas de candombe. Con carteles con el rostro de Santiago Maldonado y cantos alusivos recorrieron el centro de la ciudad desde el Reloj Público hasta la plaza Mitre.

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Tras la aparición sin vida de Santiago, el pedido, en esta oportunidad, fue de justicia para el joven, ya que todavía se desconocen las causas de la muerte. La consigna del «Estado responsable» que se repitió en todo el país, también repercutió en esta manifestación.

 

justicia por santiago marcha 2 - Nueva marcha en reclamo por Santiago MaldonadoTexto completo leído en la Plaza Mitre

Tres meses de la desaparición de Santiago Maldonado

Se desaparece para que no hable el desaparecido, para que no hable su cuerpo. Se desaparece para que el escarmiento silencie también al resto. Se desaparece todos los días, todo el tiempo. Argentina tiene un triste derrotero en esta práctica. Pero, el trabajo sostenido de los organismos de Derechos Humanos nos ha enseñado que, si los llamamos, los desaparecidos hablan. Si los sostenemos con Memoria, nos dan la Verdad para que haya Justicia.

A Santiago se lo desapareció mil veces. La primera, aquel de a ratos tan lejano 1° de agosto, en medio de un ilegal operativo represivo de Gendarmería Nacional que, tras despejar la Ruta 40 por órdenes del juez Guido Otranto, bajo las órdenes del jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación, Pablo Nocetti, se metió en el Pu Lof en Resistencia Cushamen de Chubut y persiguió a los manifestantes mapuche que denunciaban la injusticia del latifundio trasnacional de Benetton sobre sus tierras ancestrales.

Gendarmería persiguió a los manifestantes y los arrastró hasta el Río Chubut… Y ahí los testimonios difieren en muchos detalles, más coinciden en que se dispararon armas contra los mapuche, que se los siguió hasta el comienzo de las aguas (por lo menos siete gendarmes), que uno de ellos gritó “tenemos a uno”. Esos testimonios de fajina coinciden con el de un mapuche, quien, desde enfrente, observó cómo agarraban a Santiago (que no había logrado cruzar el río), le pegaban y lo subían a un Unimog. Algunas fotos muestran este Unimog saliendo del Pu Lof, esquivando a los medios, con una bolsa negra en la parte de atrás.

Se rastrilló tres veces la zona durante cerca de un mes, bajo las órdenes juez Guido Otranto. El último de estos rastrillajes, con un montaje cinematográfico para las tapas de los diarios, avanzó con 300 hombres sin respetar la sacralidad de la tierra originaria. Y nunca se “encontró” nada.

Y se siguió desapareciendo. Desde el Estado nacional, al principio se negó responsabilidad de Gendarmería y después se reconoció que quizás algún gendarme había obrado mal. La mismísima ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, lo hizo. Se utilizaron las palabras “errores” y “excesos”, sí, aquellas mismas de las que se sirvieron los represores de los 70 y sus medios afines, para no hablar de terrorismo de Estado. Y desde los medios hegemónicos se abonó la hipótesis oficial y también se intentó correr el eje de la Gendarmería. Y entonces las páginas manchadas de sangre empezaron a hablar del terrorismo, de los mapuche, de si son chilenos o no, de supuestos vínculos con Venezuela, con organizaciones terroristas internacionales. Con el kirchnerismo y la izquierda, que en el imaginario de los lectores de esos medios, son prácticamente lo mismo. Y no sólo eso, también se responsabilizó a la familia de “politizar” la desaparición de Santiago, desaparición a la que durante varias semanas se la disfrazó de pérdida o extravío, para no volver a mencionar esa palabra tan cara a la memoria nacional.

A Santiago los medios lo inventaron cortándose las rastas en una peluquería, comprando papas fritas, haciendo dedo en Entre Ríos, en una fiesta, en Chile. Le crearon un supuesto puestero que quizás lo había herido de muerte. A Santiago lo llenaron de hipótesis falsas, de las que nadie se hizo cargo cuando se cayeron por el peso propio de la mentira.

La desaparición de Santiago se sostuvo, día tras día, con un aparato mediático que pretendió desaparecerla; y un gobierno nacional que la negó sistemáticamente.

Ni el gobierno ni ninguno de esos medios puso el acento en el perfil solidario de este joven que, como muchos en nuestro país, reniegan de este sistema y se aferran al amor y a la solidaridad, abrazando y haciendo propias las causas de los sectores más vulnerables y postergados.

El 17 de octubre, apareció un cuerpo. 78 días después del 1° de agosto, cuando dio inicio la desaparición forzada, apareció un cuerpo, que tres días después reconocería la familia como el cuerpo de Santiago Maldonado. Apareció 300 metros río arriba de donde había desaparecido. 300 metros, tres cuadras. Río arriba. Osea, a contramano del curso del río. En una zona que supuestamente ya había sido rastrillada.

Una frase del juez Gustavo Lleral, reemplazante del desplazado Otranto, sirvió para que, aprovechando la previa electoral, la prensa canalla inventara en enormes titulares que ya estaba claro que Santiago había muerto ahogado, que durante los casi 80 días había estado siempre en el mismo lugar, que Gendarmería no tenía nada que ver, que el gobierno de Mauricio Macri había sido acusado injustamente e incluso que los mapuche siempre supieron la verdad y que la ocultaron. Y una buena parte de la opinión pública, con esos titulares, avanzó más: que hacía falta un pedido de disculpas de la familia al gobierno, que seguramente habían sido los K y la izquierda. Y los trolls, los famosos trolls, que no son otra cosa que perfiles falsos en las redes sociales, manejados desde call centers, en el extremo de la canallada, pisando vilmente el dolor de la familia, llegaron a orquestar un boycott contra el emprendimiento comercial de Sergio Maldonado para destrozarlo emocional y económicamente. Como si el dolor por la pérdida de un hermano, de esta manera tan miserable, pudiese ser profundizado de esta manera.

Simultáneamente al circo infame, organismos internacionales vuelven a caer sobre el Estado, pidiendo explicaciones. Como en 1979, cuando la dictadura desaparecía y silenciaba. Y en las calles de todas las plazas, el pedido de “aparición con vida” muta en reclamo de “verdad y justicia”, más se sostiene la demanda de “castigo a los culpables”. Como de los 70 a esta parte, la Memoria vuelve a plantarse donde debe estar, multitudinaria y firme.
Hoy se cumplen tres meses de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Tres meses de mentiras y silencios.

Tres meses en los que se ha ensuciado a Santiago y a su familia. Tres meses en los que el gobierno nacional nunca se hizo cargo de su responsabilidad. Tres meses de una vergüenza que nos prometimos “Nunca Más” volver a permitir.

Por eso estamos acá y en todas las plazas del país.

Porque no estamos dispuestos a tolerar ningún nuevo atropello a los Derechos Humanos.
Porque no queremos ni un desaparecido más.
Porque queremos que se respete el Derecho ancestral a la tierra del pueblo mapuche y de todas las comunidades originarias del país.
Porque queremos que termine de una vez y para siempre el latifundio.
Porque no queremos que se vulnere el Derecho a la protesta y no queremos ni un solo preso político en nuestro país.
Porque queremos que la prensa canalla sea juzgada como partícipe necesaria de los crímenes de lesa humanidad de ayer y de hoy.
Porque queremos que el Estado se haga responsable.
Y porque Santiago está presente, si nosotros seguimos marchando.
Santiago Maldonado
Presente
Ahora y siempre.