Por Miriam Campos- “Se ahorcó”, le dijeron al padre del joven hallado muerto en el penal, a pocas horas de conocerse la noticia. La causa avanza pero el sistema se muestra desaprensivo. Se trata del joven altagraciense que murió hace algunas semanas.

El día que Raúl Mamondes se enteró que su hijo murió en la cárcel de Bouwer, se había quedado mirando tele hasta tarde, eran las 2:40 de la madrugada del domingo 8 de septiembre cuando sonó el teléfono. “Conozco el número, así que atendí pensando que Luciano se había enfermado o lo habían llevado de nuevo al hospital pero la asistente social, sin decirme el nombre ni nada, me dijo que mi hijo se había muerto”, cuenta Raúl.

”No lo llevaron al hospital. Se murió”, se escucha en el celular. “Pero ¿Cómo que se murió, si yo hablé con él hace unas horas?”, responde el padre de Luciano. “Le estoy diciendo que se murió, se murió”, responde la voz.

 La incertidumbre ese día, se apropia de Mamondes. “La persona que llamó me dijo que al día siguiente fuera a la morgue porque el chico iba a estar ahí. No me dio ninguna explicación. Así que busqué la partida de nacimiento y cuando aclaró, me fui hasta la morgue. Él estaba ahí”.

Raúl Mamondes cuenta que en la Morgue insistió para ver a su hijo, pero por el procedimiento no se lo permitieron. “Ante mi insistencia me dijeron: ‘el chico se ahorcó’. No quiso darme el nombre, solo me dijo que era el jefe, estaba a cargo ahí y que mi hijo se había ahorcado”.

Cuando el padre de Luciano trataba de entender qué había pasado con su hijo, el Servicio Penitenciario de Córdoba emitió un comunicado informando que el 7 de septiembre, a las 23:40, “se constató el deceso del interno Luciano Víctor Mamondes Gómez, que se encontraba internado para control evolutivo en Servicio Médico del complejo carcelario Nº 1 “Reverendo Padre Luchesse”.

Lo que se mencionó como “control evolutivo”, hace referencia a que el joven de 24 años, había sido herido de gravedad en la parte izquierda del cuerpo, tras ser golpeado en el penal de Cruz del Eje donde cumplía una pena. Desde allí, fue trasladado a la capital cordobesa e internado en terapia intensiva en el Hospital Córdoba. Su padre, que vive en Alta Gracia, fue a visitarlo mientras estaba internado: “Hablaba despacito porque le dolía, pero dentro de todo él estaba bien, lo habían operado del brazo y no lo podía mover más”, cuenta Mamondes y agrega: “Le habían pegado con un palo de escoba y lo operaron para sacarle las astillas que tenía adentro”.

Era miércoles, quedaron en que el siguiente lunes, cuando pasara a una sala común, volvería a visitarlo con el hijo de Luciano, que tiene casi dos años. Esa vez fue la última vez que Raúl vio a su hijo con vida. 

Durante el sábado 7 de septiembre, el día de la muerte, a las siete de la tarde, Luciano le llamó a su padre por teléfono contándole que no estaba más en el hospital y lo habían trasladado a la enfermería del penal de Bouwer. De esa conversación, Raúl recuerda que su hijo estaba tranquilo, le pidió que le lleve caramelos, ropa, pasta dental, jabón. Cambiaron el itinerario y entonces el lunes, la visita sería en la cárcel pero a las pocas horas, durante la madrugada, sonó el teléfono con la noticia.

En el comunicado del Servicio Penitenciario se detalló también que el personal de seguridad, mientras realizaba un control “observó que el interno, cuyo legajo es Nº 60373, se encontraba sujeto del cuello con un vendaje a la grifería de la ducha, en posición de cuclillas”. El médico constató la muerte y se inició el proceso judicial para esclarecer cómo murió el joven.

Familia querellante

Tras la noticia, la familia de Luciano pasó los primeros días sin recibir contención del sistema. Esa fue la secuencia de cómo vivió Raúl Mamondes la muerte de su hijo, más allá del procedimiento burocrático. Y con la referencia, de que hasta ese momento, se contabilizaban en Córdoba alrededor de 15 muertes en los penales, durante el año (actualmente son 18, según registros publicados en la Agencia Para la Libertad).

“Cuando lo llamaron, no le dijeron los nombres, cuando le comunicaron la noticia, nunca le explicaron por qué el chico fue llevado a Bouwer y cuando le entregaron el cuerpo, le dijeron que se había suicidado. Asumiendo que esto había ocurrido así”, cuenta a La Nueva Mañana, el abogado Federico Gallardo, quien acompañó a la familia para que se constituya como querellante particular en causa, tras la cantidad de interrogantes que veían flotar en el aire.

“La presentación como querella fue el primer paso para ingresar al proceso penal como afectado, víctima, y a partir de ahí poder aportar pruebas y controlar la evolución del proceso”, explica Gallardo pero desde que hicieron la presentación y fue aceptada, no les permiten acceder al expediente. Pueden solo ofrecer pruebas y testigos. “Recién en el momento en que se impute a alguien por el hecho o se archive porque no hay delito, podremos tener acceso al expediente y sacar copias. Lo cual claramente vulnera el acceso a la Justicia de la familia Mamondes”, dice Gallardo.

El hecho fue caratulado como “muerte de etiología dudosa”, y el padre de Luciano, en la formalidad de la causa fue citado a declarar. El caso está en la fiscalía a cargo de José Bringas, Distrito 1 Turno 6 en Córdoba capital. Y en Cruz del Eje, hay otro proceso judicial por el ataque inicial que tuvo el joven. En esta última causa la familia también quiere constituirse como querella, y de a poco sortea las limitaciones económicas para poder viajar hasta Cruz del Eje, e incluso pagar las fotocopias necesarias.

La Justicia y el proceso

“Hay muchas cosas que él no entiende. Nosotros tenemos todo un aparato que es una ayuda que nos da Policía Judicial, con un montón de gente abocada a esto y que nos ayudan a ver si puede haber participado un tercero o no”, explica desde la fiscalía la funcionaria instructora de la causa y agrega: “El papá va a saber, va a tener acceso en algun momento».

«Hay un artículo del Código Procesal penal que dice que las actuaciones son bajo secreto de sumario hasta que haya un imputado. En este caso, hasta el momento, no hay ninguno. Están ansiosos porque no entienden qué pasó y nosotros cuando sepamos realmente qué pasó, ahí se lo vamos a notificar al padre”, responde la letrada.

Por su parte, la secretaria de fiscalía, Silvina Scarpino, indicó a este medio que continúan trabajando para esclarecer el caso: “Recabamos pruebas desde la fiscalía y otras que nos ha aportado el señor Mamondes junto a su abogado patrocinante”  y agrega: “Lo que diga el papá, la mamá el tío, el abuelo, lo entiendo porque hablan desde otro lugar que es el dolor, acá los hemos atendido, los hemos llamado a todos, han sido escuchados”. 

 “Estamos pronto a resolver porque hemos recogido muchas pruebas, nos hemos movido mucho”, dice Scarpino y agrega: “Bouwer es un lugar que interesa demasiado porque nos toca investigar a nosotros, y le prestamos mucha atención”. 

Muertes y contextos 

El penal de Bouwer, hasta el fallecimiento de Luciano, registraba ocho muertes entre presas y presos, luego se sumaron otras más. «Durante el 2019, hubo hasta el momento un total de 18 muertes dentro de los penales de Córdoba. Es la provincia con más cantidad de presas y presos per cápita del país. El hacinamiento y la superpoblación es total”, explica Adriana Revol, militante anticarcelaria en Córdoba. “Hay personas durmiendo en el patio, todo lo que el Estado les brinda es un pedazo de nailon para taparse. Los colchones no alcanzan para todas y todos y la comida, menos. Hay abandono”, explica.

Apuñalados, falta de asistencia médica, suicidios y problemas de salud; son las causas de fallecimientos que contabilizó la Agencia en los penales cordobeses: 

Abel Ezequiel de 37 años, murió el 7 de enero en Cruz del Eje. Luciano Nelson Butassi, de 37, murió en un calabozo en Tribunales de Río Tercero. Elsa Patricia Medina, de 62, murió en Bouwer, por falta de asistencia mecánica. Boj Roberto Enrique, de 37, murió en Cruz del Eje. Luis ALberto Guevara, de 26, murió en Bouwer. Janet López, de 22, murió en Bouwer. Pedro Ramón González, de 66, murió en Cruz del Eje. Franco -sin precisión de apellido- murió en Cruz del Eje. Elida Vanesa Castaño, de 34, murió en Bouwer. Matías Cardozo, de 26, murió en Cruz del Eje. María del Carmen Oviedo, de 60, murió en Bouwer. César Milton RIvero, de 43, murió en  Bouwer. Jesús Delfín Rueda, de 70, murió en Cruz del Eje. Jorge Daniel Heredia de 63, murió en Bouwer. Adriana Quinteros, murió en Bouwer. Víctor Luciano Mamondes Gómez, murió en Bouwer. Jonathan Andrés Gutierrez, murió en Bouwer. Eduardo Benito Jaime, de 67, murió en Bouwer.

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Fuente: La Nueva Mañana