Redacción Alta Gracia- Este 17 de agosto se cumplen 21 años de la desaparición de Diego Gutiérrez. Si bien la justicia ya no lo busca porque caducó la causa, su familia continúa la búsqueda a través de las redes sociales.
«Todos los días me despierto con esperanza. Lo que me molesta y me duele son aquellos que me insinúan que sé donde está Dieguito o con quién. No aquellos que preguntan de buena manera aunque sea triste, porque se que están con nosotros» expresó conmovido Raúl «Pocho» Gutiérrez, en el aire de la 103.9 FM Alta Gracia.
Actualmente, su familia, compuesta por papá, mamá y sus ocho hermanos- dos hombres y seis mujeres- iniciaron la búsqueda a través de internet. Hicieron contacto con una familia de Buenos Aires, en la que uno de los hijos tiene las mismas marcas que Diego, pero «la mamá con miedo de que le pasara algo, no quiso aportar más datos». «Uno desconfía porque ya nos pasó: en Colombia y Perú hay muchos Diegos Gutiérrez, entonces un hombre se ofreció a pasarnos información pero primero quería conocer a mis hijas, intentó seducirlas. Dio una serie de informaciones que no coincidían»
EL HECHO
17 de agosto de 1998. «Un lunes feriado, nos fuimos a la Bahía del Biguá, al lado del lago Los Molinos. Mi señora me preguntó si ya estaba la comida, le digo que faltaban quince minutos que fueran preparando la mesa y las ensaladas. Ahí nos dimos cuenta de que faltaba Diego. Recorrimos el sector y no lo encontramos.
Había una pareja con una carpa y un Peugeot 504 blanco, otro grupo de hombres tomando y escuchando música y tres autos y cerca de la ruta dos hombres con un jeep y carpas.
Me acerque a los hombres y les pedí que con un celular llamaran a la policía. Cuando volvía de buscarlo, la pareja salió raudamente en su auto y dejaron la carpa. Volvieron dos horas después. Pienso que el error fue que la policía no detuvo a estas personas por 72 horas, nunca le dieron participación a la Policía Federal y tampoco hicieron operativo cerrojo en las rutas cercanas.
El miércoles 19, me pregunta un gendarme si tenía alguna sospecha, entonces señalé a la pareja. Los citaron el viernes 21 y en su declaración dijeron que lo habían visto solo sentado en un tronco al lado del camino. `¿Por qué no le preguntaron que le pasaba?´, les dije. El rastro que seguían los perros llegaba hasta su carpa y su auto y terminaba allí. Incluso con ellos se hizo la reconstrucción del hecho: la carpa y el auto apuntaba al lago y al chico lo vieron del otro lado a 80 metros. Con música, y ruidos, ¿cómo sabían que estaba llorando?. Había muchas contradicciones y no los detuvieron. No encontraron nunca más a esa pareja.
«Pocho» cuenta varias situaciones en las que comisarios le contaron situaciones imposibles de comprobar. Pasaron muchísimas cosas en 21 años: investigaciones mal hechas, actitudes sospechosas, expedientes perdidos, datos erróneos, cambio de comisarios, de fiscales, de abogados, nadie se hizo cargo. Incluso la familia buscó ayuda con videntes.
Hace tres años caducó la causa. El fiscal Emilio Drazile-el segundo que la tuvo a cargo, primero la tenía Raúl Moll- la «estiró» un poco más de lo que correspondía, sin resultados.
«Recorrimos el país buscándolo. Hubo policías que decían tener algún dato, pedían presupuesto para investigar en otras provincias y se iban de paseo con sus esposas o amantes a Mendoza, por ejemplo. Recorrí 20 mil kilómetros durante los primeros seis meses, con mi humilde autito» recuerda enojado Gutiérrez.
«La justicia dejó de buscarlo, ahora lo buscamos por nuestros propios medios» finalizó.