Foto: Gobierno de Alta Gracia

¿Por qué el 8 de abril se conmemora el día de la fundación de Alta Gracia? Repasamos un poco de historia en esta nota.

En el siglo XVI, la corriente colonizadora del Alto Perú, liderada por Jerónimo Luis de Cabrera, llegó a las tierras del actual territorio argentino. Fruto de estas acciones, se fundó la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía el 6 de julio de 1573, cambiando así el destino de la región y sus habitantes.

Entre los colaboradores más destacados de la colonización, se encuentra Juan Nieto, quien destacó por su labor como intérprete entre españoles y nativos. Como recompensa a su actuación, Nieto recibió una Merced de Tierras en la zona de Paravachasca el 8 de abril de 1588. A partir de entonces, inició la explotación de la encomienda, habilitando casas, ranchos y corrales de piedra. Además, construyó una pequeña estancia, a la que llamó Potrero de San Ignacio de Manresa, que se extendía desde la cumbre de las sierras hasta el camino existente de Córdoba a Anisacate.

Después de la muerte de Juan Nieto, su viuda se casó con Don Alonso Nieto de Herrera, quien se convirtió en el único heredero de esta extensa propiedad tras el fallecimiento de su esposa e hijastra. En honor a un Santuario de Algarrovillas de Alconetar (Extremadura, España), dedicado al culto de la Virgen de la Alta Gracia, Alonso Nieto de Herrera rebautizó la zona con su nombre.

Alonso Nieto de Herrera era un hombre de fuerte convicción religiosa y en el año 1643 decidió ingresar a la Compañía de Jesús como hermano coadjutor, donando todos sus bienes a la misma. Con la llegada de los Jesuitas a la estancia, comenzó una época de gran progreso. Para proveer de agua a las tierras cultivables, construyeron un tajamar en 1653, el cual era provisto por medio de canales subterráneos y acequias que lo alimentaban desde su obra complementaria, Los Paredones. Esta obra hidráulica se complementaba con el molino y luego proveería el riego de las huertas y las quintas.

Las obras arquitectónicas realizadas por los Jesuitas en la estancia han perdurado hasta hoy. Sus principales construcciones son el Obraje, la Iglesia y la Residencia. Aunque no hay rastros de ella, se sabe de la existencia de La Ranchería, donde vivían los esclavos negros y los obreros de pueblos originarios. La Estancia Jesuítica estaba administrada por dos o tres hermanos estancieros, que vivían en la Residencia y tenían alrededor de 300 esclavos negros para realizar sus tareas.

Así, la fundación de Alta Gracia se convirtió en un hito en la historia de la región. Actualmente las construcciones históricas y el legado de la Estancia siguen siendo un atractivo turístico y cultural de la ciudad.