Por María Luz Cortez. Tres vecinos de Alta Gracia fueron los pilares fundamentales para que, en 2000, la Organización de la Naciones Unidas para la Eduación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) declararan Patrimonio de la Humanidad al conjunto jesuítico. Noemí Lozada de Solla, Lucille Barnes y Mario Borio gestaron y trabajaron por la idea en sus comienzos. Lozada de Solla, “Mimí” como se la conocía amorosamente, falleció en 2009.
En Alta Gracia, el conjunto jesuítico incluye la iglesia de Nuestra Señora de la Merced, el Tajamar (un dique), el Obraje (donde se realizaban las actividades industriales), la residencia (donde funciona actualmente el museo), entre otros espacios. Desde su declaración de Patrimonio, junto con el resto del conjunto jesuítico, ocurrieron muchas transformaciones en esos bienes culturales y en sus alrededores.
Las polémicas sobre esas intervenciones estuvieron a la orden del día, incluso hubo judicialización en el caso de las modificaciones en el templo religioso.
Las casas históricas
Mario Borio (75) recordó cómo se iniciaron esos primeros pasos previos a la conformación del proyecto que luego sería presentado en París, Francia. 27 años atrás, Borio se acercó al museo con un objetivo: imitar el sistema de construcción jesuita para una casa propia. “Iba permanentemente a tomar medidas y proporciones al museo y fue justamente por lo de esta casa que a mí se me ocurrió lo del Patrimonio de la Humanidad. Todos los empleados del museo sabían que yo iba para ‘machetear’”, rememoró y agregó que no pretendía copiar el diseño, sino el sistema de construcción.

Hace poco se mudó a esa vivienda y explicó que durante esas visitas, conoció a Noemí Lozada de Solla, entonces directora del establecimiento. A “Mimí” la antecedían sus logros en cuanto a la conservación del bien cultural. Mimí había crecido en la casa principal de la que fue una de las estancias jesuíticas, que la Orden de la Compañía de Jesús construyó en el siglo XVII durante su establecimiento en tierras americanas. Más adelante, promovió la expropiación de la casa por parte del Estado Nacional para que se convierta en Museo Nacional y lo logró en 1968.
“Entre 1971 y 1977, se pone al frente de los trabajos de restauro y alienta una investigación documental y arqueológica, que revelará aspectos desconocidos de la Casa Histórica; esa investigación sigue siendo un modelo de referencia para los estudios museológicos”, según datos de la Agencia Córdoba Cultura en 2017.
Pasión patrimonial
Más adelante fue el momento de trabajar sobre la propuesta de declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO. La idea se gestó por la voluntad de tres vecinos: Lozada de Solla, Mario Borio y Lucille Barnes. “A la señora de Solla la movía el único interés de promover a Alta Gracia y Córdoba, y favorecer su desarrollo. Nosotros, el equipo del museo, aun después de la jubilación de Noemí Solla, trabajamos mucho para lograr el apoyo de las otras estancias, de la Universidad y de las autoridades provinciales, municipales y nacionales. La Comisión del Proyecto consiguió los fondos necesarios para la formulación del dossier que debía presentarse ante la UNESCO”, precisó Mónica Riscinoff de Gorgas, ex directora del Museo.
Noemí asumió la presidencia de la Comisión del Proyecto del Camino de las Estancias. “Nuestra participación fue desde la idea hasta el día que enviamos el proyecto a París”, recordó Borio sobre su actividad y la de su esposa, Lucille Barnes.
Mencionó a Silvia Roggero, Norberto Roma y el arquitecto Carlos Page como personas indispensables en la concreción del proyecto. Respecto de Page, destacó que el escrito presentado se realizó en base a las investigaciones del profesional y consideró sobre Page: “Es una de las personas que más sabe sobre los jesuitas en Argentina”.

Fueron presentados 36 kilos de papel impreso, según relató Borio. “Nos llevó un año de trabajo y la terminación de ese trabajo la hicimos en la secretaria de Cultura de la Nación. Allí hice de como una especie de gerente y de cadete, de ir a buscar cosas para imprimir y sacar fotocopias. Todo lo que faltara para poder llegar a tiempo”, precisó. Su esposa, Lucille Barnes es traductora e intérprete, y se hizo cargo de la traducción al inglés todo junto con dos personas más. Al finalizar la presentación continuaron más trabajos que se completaron con la participación del gobierno de la provincia de Córdoba, a través de Josefina Piana.
Para Borio y Barnes, fue un momento intenso y desgastante; tanto fue así, que prefirieron no asistir a la ceremonia de reconocimiento en Australia. “Estábamos muy rayados – bromeó Borio –. Nos llevó mucho tiempo, fue casi como una tesis”.
Polémicas patrimoniales
Tras lograr el título de Patrimonio de la Humanidad, que ahora en realidad se llama Patrimonio Mundial, muchas intervenciones en los bienes culturales jesuíticos de Alta Gracia y sus alrededores fueron cuestionados. Durante este período, una de las modificaciones más llamativas fue el traslado de la tradicional fiesta de las Colectividades del Tajamar a otro predio, con el objetivo de no perjudicar el dique ubicado en el centro de la ciudad.
También se modificó la plaza Solares, ubicada justo al frente de la Estancia Jesuítica y la polémica giró sobre la cantidad de árboles que se retiraron para poder intervenir el lugar. En torno a las construcciones, la iglesia de la Merced siempre estuvo en el ojo de la tormenta, ya sea por la pintura de su fachada o la restauración del templo. Cabe recordar que la Justicia imputó al cura párroco de ese entonces y a tres arquitectos por la modificación en la iglesia y por remover restos óseos de su interior. Luego, fueron sobreseídos en 2017.
“Lo que me decían en esa época era que sería importante que los turistas se encontraran con un anticipo gradual de lo que se iban a encontrar cuando llegaran la estancia. Eso quería decir poner en valor la entrada, los muros históricos, las casas históricas”, explicó sobre las deudas pendientes, Borio.
Por su parte, la ex directora del Museo, Riscinoff de Gorgas, consideró sobre las deudas pendientes en torno al tema que no se ha logrado en este tiempo realizar un plan de gestión de todo el sitio jesuítico (en referencia a Córdoba y el resto de las estancias). “Entiendo que las asignaturas pendientes son responsabilidad de las autoridades Nacionales, Provinciales y Universitarias. Se necesitan convenios entre las distintas jurisdicciones para la generación de recursos financieros que posibiliten investigaciones tendientes al ordenamiento territorial y de usos del suelo, la conservación, la protección de los entornos, el desarrollo de estrategias comunicacionales comprendiendo al turismo como medio de desarrollo local”, detalló.
“Creo también que les toca a los medios de comunicación ayudar a comprender que un bien cultural complejo como el reconocido por la UNESCO, solo es patrimonio cuando la sociedad en su conjunto y las distintas comunidades que lo comprenden, lo consideran un factor de cohesión social y desarrollo comunitario”, analizó.
- Fuente: La Voz del Interior