Redacción Alta Gracia- Los últimos acontecimientos, particularmente en la ciudad y en localidades aledañas-dos abusos sexuales, un femicidio, un secuestro- nos llevan a reflexionar sobre la situación actual de las mujeres.
El pasado fin de semana y en la previa de la marcha de #NiunaMenos, el valle se vio afectado por un nuevo femicidio, -ocho en diez años- el de Aydeé Palavecino. La joven fue asesinada de varios puntazos en el cuerpo y sus padres también resultaron heridos por defenderla. El aberrante hecho ocurrió en Anisacate, el sábado 1 de junio. Su femicida se entregó el domingo por la mañana y ya fue trasladado a la Unidad Carcelaria en Bouwer.
También en estos días, se dieron a conocer dos casos de abusos: una joven de 15 años que fue violada por su mejor amigo y un amigo de éste, y una nena de 14 que fue manoseada por su abuelo. Entendemos que estos hechos siempre existieron, la diferencia es que ahora se denuncian en las entidades que corresponden y se tiene en cuenta la palabra de la víctima como no se la tenía antes. También queremos manifestar en este punto, la importancia de la ESI, para que los niños conozcan desde pequeños su cuerpo y sepan que es suyo y de nadie más, que nadie tiene derecho a tocarlos o ultrajarlos, además de respetar el cuerpo de los otros.
Y finalmente el caso de Ana Guadalupe Rodríguez, en Carlos Paz, el cual aparenta ser un secuestro por una red de trata. Carloz Paz, una ciudad que está a 36 kilómetros de Alta Gracia. Afortunadamente Ana pudo escapar, pero es un caso que desnuda una organización nacional de prostitución y esclavización de mujeres.
Como comunicadoras y mujeres, nos propusimos como disparador las preguntas del título. Y coincidimos en que desde hace ya un tiempo y particularmente desde la publicación del relato de la actriz Thelma Fardín, muchas mujeres e incluso hombres, se atrevieron a contar situaciones de abuso o violencia. Esto no significa que se traduzcan en denuncias, pero si que sea más fácil compartir experiencias y buscar ayuda o apoyo en los pares, a dialogar sobre un tema tabú hasta hace unos años. También como comunicadoras, creemos que much@s de l@s que ejercen esta profesión, necesitan inmiscuirse en la problemática para usar los términos y formas que corresponden para no revictimizar ni a las jóvenes abusadas ni a sus familias. No hace falta convertirse en feminista, simplemente respetar el dolor del otro, un sentimiento que se llama empatía.
También se modificó el paradigma de la justicia: hoy los policías y empleados judiciales, deben contener a las víctimas, guiarlas y tomar su denuncia. También se cambió la mirada de fiscales y jueces, que investigan o juzgan con perspectiva de género, hecho que no sucedía veinte años atrás, cuando no se le creía a la víctima sino al victimario y salvo que hubiera pruebas físicas contundentes, ni siquiera valía la pena denunciar porque la policía no te recibía la denuncia. Y de a poco, algunos cambios en tema de políticas públicas, con la sanción de la Ley Micaela, que establece la capacitación obligatoria en género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado. Faltan más políticas, por supuesto: refugios para las víctimas, mayor presupuesto, más oficinas donde denunciar o pedir asesoramiento, pensiones para los hijos que quedan huérfanos con una madre muerta y un papá en la cárcel, entre otros.
Frases tales como: «¿y qué hacías vos sola con ese hombre ahí?» «¿dónde están los padres de esta nena?» se decían y aún se dicen, por parte de personas que no entienden que los hombres siempre tienen-consciente o inconscientemente- más fuerza que las mujeres y un poder simbólico que se trasmite de generación en generación y se llama patriarcado. Que con decir simplemente «NO»-no hace falta gritar fuerte ni patalear ni forcejear- el otro «debería» entender que no quiero ni que me toque ni que me haga nada, porque soy dueña de mi cuerpo y yo decido como vestirme y con quién desvestirme.
Y en relación a si las marchas sirven o no, pensamos que sí. Que ponen en el tapete y en los medios temáticas que no se trataban o hablaban años atrás: violencia física, psicológica, económica, verbal, aborto legal, seguro y gratuito, precarización laboral, discriminación, acoso sexual, acoso laboral, democratización de la crianza de los hijos y de los labores de la casa, educación sexual integral y también la educación que les brindamos a nuestros hijos en términos de igualdad o no, si estamos perpetuando el patriarcado o si lo estamos deconstruyendo.











