Redacción Alta Gracia

Vecinos organizados detuvieron la construcción de la autovía Ruta 5

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Foto ilustrativa/ Asamblea Paravachasca

Desde la Asamblea Paravachasca vienen denunciando el proyecto de la obra por no contener, entre otras cosas, la licencia ambiental para llevarla adelante. Este sábado se instaló un acampe en la zona de La Serranita por lo que se detuvieron las obras momentáneamente.

Desde la página de la Asamblea dieron a conocer que la resistencia ante el avance de la obra debe llevarse adelante con la mayor cantidad de personas que estén dispuetas a sostener el acampe.

«La policía dio garantías de acompañar el resguardo de los vecinos y vecinas que estemos en el lugar. Necesitamos herramientas como pico, palas, media sombra, Gacebos, postes y alambres. Además, agua y frutas para quienes se quedan en el lugar a hacer guardia. .
Este ha sido un logro colectivo, por eso les invitamos a acompañar resistiendo pacíficamente y acercarse para conocer el estado de situación.
*CBU para colaborar*: 0200918011000030400494
Alias: MESA.CANCHA.CIERVO (Enviar comprobante a 3512295505)», indicaron

Finalmente indicaron que «está vigente un Amparo Ambiental Colectivo en la Cámara contenciosa administrativa en la Justicia de Córdoba. Esta medida contiene una enorme cantidad de evidencias e inconsistencias tecnicas, administrativa y ambientales sobre las ilegalidades de esta obra. Exijimos que el Dr. Maximino resuelva este amparo y resguarde los cuerpos y el territorio de Paravachasca».

12 de Marzo 2022 – Valle de Paravachasca. Planeta Tierra.
En guardia permanente estamos, porque permanentemente el metal se devora nuestro monte.
Nuestro monte, exiguo, Permanentemente late el verdadero pulso del desarrollo, aquel de la vida fluyendo bajo los designios del sol, del agua, del viento y de la tierra.
El metal, en cambio, destruye y asfalta,
destruye y asfalta,
destruye, asfalta,
y vuelve a destruir
para volver a asfaltar
para seguir destruyendo.
Hoy, la destrucción y la vida se vieron cara a cara.
Hoy, un quebracho dejo de existir. No fue el único.
Hoy, la máquina con sus filosos aguijones convertía el monte en piedra molida.
Literalmente. Piedra molida.
Arboles arbustos, pastizales, nidos, todo transformado en piedra molida, inerte.
La máquina chirriaba al rasparse con la Sierra que se quejaba, desnuda, ultrajada, maltratada. Esa herramienta, que el humano tuvo que fabricar para imponerse ante su entorno natural, era conducida y comandada por tan sólo una persona. Un pobre conductor de grúa que dejó a su familia en La Rioja para venir a instalarse en la serranía paravachense, a vender su tiempo por un salario. Un simple operario naranja, para una tarea tan devastadora.
Sin embargo, no era su propia voluntad la que movilizaba las acciones del puñado de operarios golondrina. Ellos, ejercen la voluntad del amo. El patrón les ordena a sus empobrecidos mercenarios que ejecuten, y que lo hagan cuanto antes, sin importar cómo.
Su voluntad, se ve anulada, pero no así su ansia de destrucción, que hoy, se convirtió en ansiedad, porque hoy, el humano se puso delante de la vida, para defenderla del humano que se puso detrás de la destrucción, para empujarla.
Hoy, mujeres, hombres y niños, se trasladaron hasta el espacio que dejó la maquina al descansar, y exigieron que frenen con la masacre, que frenen con el ecocidio. Al costado de la ruta, enterrados entre escombros, heridos, todavía latentes, se convertían en leña quebrachos, algarrobos, tuscas, molles, aromos, todos en fosas comunes, esperando inmóviles que una topadora selle para siempre su relación con el sol.
Las personas que se trasladaban hasta allí para frenar, a diferencia del operario, sí eran movidas por voluntad propia. La voluntad de defender el ambiente en que viven, sabiendo que hay daños que son irreversibles y que el único camino es defender al golpeado y mutilado monte nativo que todavía permanece.
Este encuentro, de personas movidas por voluntad ajena con personas movidas por voluntad propia, se termina de configurar con la aparición de otras personas, también operarios, también movidos por voluntad ajena, pero con otras herramientas: vehículos, chalecos, handies, cámaras y armas de fuego.
Desorientados, actuaron por impulso, y su impulso fue fomentar la destrucción. El freno se hizo notar y el operario azul pidió ordenes mas precisas para ejecutar su proceder. Ese fue el impacto del freno, rebotó hasta más arriba de los operarios presentes en el lugar.
Hubo un momento de tensión, no tenían órdenes y también tuvieron ansiedad, pero de reprimir.
La destrucción y la represión, movidas por voluntad ajena, arrinconada tienen a la vida, movida por su propia voluntad.
Quieren plantearlo como un conflicto de intereses, pero en realidad asistimos a un conflicto de voluntades. La voluntad soberana de la naturaleza, y la voluntad ajena con la que avanza la codicia.
A pesar de todo, todos en este encuentro sabemos, incluidos los operarios azules y los naranjas, que atrás de todo esto hay coimas, lavados, negociados, aprietes, sobreprecios y mucho, mucho enriquecimiento junto con mucha, mucha deuda. Ni los operarios ni las personas movilizadas gozarán de dicho enriquecimiento. Sí seguirán pagando la deuda pública que genera la destrucción, seguramente con un poco más de calor cada año.
Este encuentro, así como está dado, plantea la urgente necesidad de que más hombres y mujeres movidas por su propia voluntad ejerzan la libertad de defender la vida.
Este encuentro, así como está dado, configura así mismo una realidad que se hace manifiesta. La realidad del calentamiento global, de la falta de agua, de la extinción de especies, de la extinción de ecosistemas, de inundaciones, del retroceso drástico que está sufriendo la gran diversidad de vida a la que engloba la naturaleza. Esta realidad, también pone de manifiesto en el termómetro las consecuencias del imperio mundial del extractivismo como medio de supervivencia humana, como medio de interacción del humano con la naturaleza. Esta realidad, también pone de manifiesto cuáles son las acciones que tomará el humano para sobrevivir junto con su planeta.
Hay personas en este valle que entienden que el monte nativo es un elemento vital de supervivencia, y que es vital que no se siga destruyendo.
Hoy, un quebracho inició abruptamente su proceso de descomposición al haber sido arrasado y enterrado junto a sus hermanos por unas máquinas conducidas por el humano.
Hoy, se puso un freno.
Hoy, se puso una carpa.
El metal espera agazapado.
Este encuentro recién inicia.
En guardia permanente estamos.

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