El animal se encuentra solo en el patio de un domicilio y es alimentado cada 3 o 4 días, según relata una vecina. El abandono y el estrés del animal no solo lo afectan a él mismo, sino también a la vecina, quien tiene un hijo de 6 años con discapacidad compleja, que se encuentra internado en su domicilio y necesita un espacio de tranquilidad.
Analía, una vecina del Barrio Sur, denunció públicamente los problemas ocasionados por los ruidos molestos que viene sufriendo por parte de un vecino en particular. La vivienda se encuentra en la calle 3 de Febrero, diagonal a la residencia de Analía, quien vive en San Martín.
Todo comenzó cuando el vecino en cuestión adquirió la casa y comenzaron las obras de remodelación. Analía soportó ruidos constantes y vibraciones. «Las paredes de mi cocina y los vidrios de mis ventanas vibraban y yo me la tuve que bancar como una duquesa», relató a Redacción Alta Gracia. A pesar de sus quejas, la obra continuó sin mayores cambios hasta su finalización.
Sin embargo, los problemas no terminaron con el fin de la obra. El nuevo propietario de la casa, quien vive enfrente y diagonal a la vivienda remodelada, dejó un perro en el patio, visitándolo solo cada tres o cuatro días para alimentarlo. «Este fin de semana, por ejemplo, no vino nadie a la casa y el perro lloró más que nunca», contó. Esto generó una situación de estrés constante para el animal y para Analía, cuyo hijo de seis años, que tiene una discapacidad compleja y requiere internación domiciliaria, se ve afectado por los continuos aullidos del perro.
«Está haciendo una invasión a la salud mental de mi hijo y a la mía y está modificando mi dinámica familiar. Le interesa más el patio de su casa y su perro que mi vida y la de mi hijo. Es como que no este hombre no tiene empatía, no le importa la vida del otro», narra Analía.
La mujer logró juntar firmas entre varios vecinos, quienes también se interesan por el estado de abandono del animal, quien se encuentra completamente solo. La situación llevó a Analía a presentar una denuncia en la Fiscalía, buscando una solución legal a esta situación, presentando la firma de sus vecinos e incluso el certificado de discapacidad de su hijo, Elián. También, logró contactar a Fundación ADMA por la situación de soledad y estrés del perro y realizó una queja ante Atención al Vecino, sin lograr respuesta.
«Elián tiene una internación domiciliaria y necesita paz y tranquilidad para transcurrir sus días. Ya demasiado tiene con su discapacidad», finaliza Analía, quien – a pesar de las diversas quejas e intervenciones- aún no halla una solución.