Por María Luz Cortez. «No dejéis que nadie les imponga su manera de pensar (…) Hace más de dos mil años que el poder nos dice que tenemos que pensar. Nos quieren sumisos y silenciosos, pues que se vayan a la mierda», destaca Merlí, en la serie catalana que lleva el nombre del personaje principal.

Merlí Bergeron es un profesor de filosofía que ingresa a dar clases a la escuela donde asiste su hijo adolescente. Tiene una forma radical y descontracturada de moverse en la vida y eso incómoda a las autoridades y a algunos de los padres y madres.

Su manera de actuar y de impartir las clases también incómoda un poco a su hijo, que hace poco vive con él y con su abuela en un departamento (propiedad de la abuela, Merlí no tiene nada). Pero despierta la admiración del resto de sus compañeros y compañeros, incluso la confianza y el cariño de varios de ellos que lo toman como persona de confianza.

Cada capítulo profundiza sobre un tema de la filosofía tratado de una manera muy natural y que deja expuesta las contradicciones cotidianas que los estudiantes y el propio Merlí viven. La sexualidad, el amor, las relaciones entre pares, la autoridad, son sólo algunos de los temas que se desarrollan en esta historia. Vale rescatar a los y las actrices jóvenes que encantan con su naturalidad y complejidad como Pol Rubio, por ejemplo.

Probablemente, una de las cuestiones que me molestan del personaje principal es su arrogancia y su trato con las mujeres, pero les dejo a ustedes que observen y analicen.

Se trata de una serie que se pueden mirar en la plataforma de Netflix de manera completa y cuenta con tres temporadas intensas.