Por Noelia Martín- Redacción Alta Gracia te cuenta esta hermosa historia de dos amigos del Valle de Paravachasca, en el Día Mundial del Riñón.
La historia me llegó por casualidad, de parte de la hija de Sergio Rolando Deheza. En diciembre de 2018, Carla me contó que un mes atrás, su papá (52) había recibido el riñón de su amigo de toda la vida: Esteban Alfredo Iriarte (44). Ambos son oriundos de Bell Ville y actualmente viven en Anisacate y Potrero de Garay respectivamente.

Concretamos la entrevista y me acerqué un viernes por la tarde a la localidad vecina de Anisacate, a una vivienda ubicada sobre Ruta 5, detrás de una pollería. Allí me recibieron ambas familias con mucha emoción. Entre los dos, me fueron contando esta bella historia de amistad y coraje.
Sergio comenzó el relato: «Un año y medio atrás, por razones desconocidas, comenzó a fallar uno de mis riñones. Durante los últimos seis meses, sufrí malestar, náuseas y calambres hasta que descubrieron que era el riñón». El hombre fue atendido en el Hospital Italiano de Córdoba Capital, donde comenzaron a realizarle los estudios para buscar compatibilidades entre su familia, ya que posee un tipo de sangre no común: A+. Sus hijos y esposa fueron descartados por no portar el mismo factor de sangre. Tres de sus hermanas resultaron compatibles, sin embargo no se animaron a donar: «es una decisión difícil» afirmó Deheza.
Luego se inscribió en la lista de espera de donantes del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI). Entonces, luego de unos meses de diálisis en ATERYM-cuyo trabajo es impecable, según la familia-, Esteban le propuso: «Tengo tu misma sangre, contá conmigo, nos hagamos los estudios». «Me puse terco hasta que lo cansé, no podía verlo ir lunes, miércoles y viernes a diálisis. Yo no tenía miedo» afirmó con voz entrecortada. A lo que Sergio respondió: «No podía ni hablarlo. Lo hablé con la psicóloga del equipo de ATERYM. Me hizo ‘masticarlo’ y luego lo hablé con mi familia. Mi problema (se quiebra) era que él no tuviera consecuencias». Iriarte explicó que la calidad de vida es la misma que antes de la intervención, que no corría riesgo su salud. También realizaron un «crossmatch» de sangre para cotejar si eran completamente compatibles, si las sangres no se rechazaban.
Cuando éste aceptó la donación, faltaba sortear otro obstáculo: la justicia. En Argentina, la donación directa se lleva a cabo entre familiares: si son amigos se debe comprobar que no hay compra o pago por el órgano. Para ello, deben pedir un «permiso» a un Juez-en este caso Vaca Narvaja- y el donante comienza una especie de juicio, donde es entrevistado por un equipo interdisciplinario de médicos, psicólogos, psquiatras, el equipo de transplante, personal del INCUCAI y los jueces, quienes le hicieron varias preguntas a Iriarte. Si se generaba alguna duda, lo llamarían a Deheza, hecho que no ocurrió. Dos semanas después, les entregaron la resolución afirmativa. El inicio del trámite lo realizó la Doctora Crespi de la Defensoría Oficial de Tribunales Federales.
Un factor que aceleró los trámites judiciales, fue la sanción de la Ley Justina en julio de 2018- que establece que todos los argentinos mayores de 18 años somos donantes salvo que expresemos lo contrario en nuestro documento nacional de identidad-. Se trató del primer caso de donación entre amigos luego de esta ley.
El 26 de noviembre buscaron los resultaron del «crossmatch», el 28 ingresaron en el Hospital Clínicas y el 29 fueron operados. Primero entró al quirófano Esteban y luego Sergio. «En todo el proceso, incluso antes de la anestesia, el donante puede negarse» rescató el receptor. Iriarte explicó que no es lo mismo un riñón «vivo» que uno «calabérico»-ya que se desconocen las enfermedades que puede haber tenido el donante- y tienen un 80 por ciento de probabilidad de supervivencia.
El donante debe cuidarse de no excederse con la sal y el receptor no puede automedicarse, ni comer verduras crudas, embutidos y curtidos-fiambres-, además de los medicamentos que debió tomar durante un par de meses.
SU HISTORIA
Los padres de Sergio y Esteban eran vecinos, amigos y compañeros de trabajo en Bell Ville, 44 años atrás. Ambas familias se mudaron en la década del 70 a barrio Santa Isabel en Córdoba Capital, donde se encontraba la empresa que transportaba coches donde trabajaban. Compartieron vacaciones, juntadas y miles de anécdotas. También fueron socios en un taller hasta la década del 90. Luego Sergio formó su propia familia y se mudó a Anisacate en 1999 y Esteban a Potrero de Garay en 2007. A pesar de la diferencia de edad, Sergio y Esteban forjaron una gran amistad a través de los años. Hoy trabajan juntos repartiendo fardos por todo el valle.
ANÉCDOTA
Iriarte le pidió matrimonio a su pareja, Noelia Gómez, de camino al quirófano. Y ella aceptó. «En el hospital, todas las enfermeras, todo el equipo de transplante se revolucionó, tenemos que invitarlos a todos» finalizó Deheza entre risas.