Por Belén Pesci– Hoy 25 de Mayo de 2019, Alta Gracia, partimos temprano al acto de la ciudad, donde mi hijo desfilaba con su jardín de infantes.
Al llegar al lugar, su maestra nos dice que el nene no puede desfilar con campera, tienen que ir sólo con el pintorcito y la escarapela. Mi hijo no quiere sacarse la campera, por lo que le explico a la directora del jardín, «que se la ponga debajo del pintorcito» me dice. Me agacho y le explico a un niñito de 5 años que si no se saca la campera no puede desfilar con su jardín, nuevamente mi hijo no quiere, miro a la directora y me dice que «no puede desfilar así», porque somos una institución, que tienen que ir «todos iguales».
Mi mente se nubla y por tercera vez le explico a mi hijo que si no quiere sacarse la campera nos teníamos que ir; ya cansado mi pequeño me dice despacio «vamos mami». En un último intento alzo mi voz y le digo tanto a la maestra como a la directora que nos vamos porque no se quiere sacar la campera y que voy a respetar la decisión de mi hijo, solo obtengo un «que lástima» de ellas.
Tomo de la mano a mi hijo y cuando llego a la esquina una imagen viene a mi mente, la de mi madre. Mi madre maestra de primario que cada semana de mayo se esmeraba en carteles de cartulina, cadenas rotas de papel crepe, escarapelas de papel glace, escuché también a mi abuela paterna directora de primario y su voz quebrada de emoción cuando cantaba el himno nacional. Me acordé del significado que aquel 25 de mayo de 1810, el pueblo se alza contra un gobierno injusto y comienza una revolución.
Se me llena el pecho de energía, me vuelvo hacia la directora y esbozó un «es horrible que pongan la imagen del jardín sobre un niño», doy media vuelta y me voy, tomo la mano pequeñísima de mi hijo y caminamos lejos.
Ya apartados de tanta gente mi hijo me dice » gracias mamá por defenderme», suelto un «mamá siempre te va a defender».
En ese momento volví a ser niña, mi mamá y mi abuela me sostienen las manos y canto el himno con voz de niña mientras rompo las cadenas de papel crepe.