Foto Cordoba de Antaño

Juan Nieto, un influencer de la época, recibió un terrenito el 8 de abril de 1588. Años después, el nuevo marido de su ex donó las tierras a la Compañía de Jesús, quienes pusieron la impronta de lo que Alta Gracia es hoy.

Es un hermoso lunes soleado y desde Redacción Alta Gracia les traemos una historia increíble que nos transporta al pasado, cuando los conquistadores llegaron por estas tierras. Resulta que en el siglo XVI, Jerónimo Luis de Cabrera lideró la colonización del Alto Perú y puso sus ojos en lo que hoy conocemos como Córdoba Capiiiiital. Así, el 6 de julio de 1573, fundaron la ciudad de las mujeres más lindas, del fernet, de la birra, madrugadas sin par.

Pero, uno de los «colaboradores» de esa colonización fue Juan Nieto. ¿Quién es ese? Bueno, Nieto era el influencer de la época, porque actuaba de intérprete entre los españoles y los nativos. Como recompensa, le dieron un terrenito en Paravachasca, y desde ahí armó su propia mini-ciudad: habilitando casas, ranchos y corrales de piedra. Además, construyó una pequeña estancia, a la que llamó Potrero de San Ignacio de Manresa que se extendía desde la cumbre de las sierras hasta el camino existente de Córdoba a Anisacate. Tranca el tipo. ¿Y cuándo pasó esto? Un 8 de abril de 1588.

Después de su partida, su viuda se casó con Alonso Nieto de Herrera, quien heredó todo y le dio un giro al asunto. Decidió entrar a la Compañía de Jesús y donar todos sus bienes, ¡de puro tipazo, nomás! El viudo, un señor muy religioso, en honor a un Santuario de Algarrovillas de Alconetar (Extremadura, España), dedicado al culto de la Virgen de la Alta Gracia, rebautizó la zona con el nombre de su virgen favorita.

Los Jesuitas se instalaron en la estancia y comenzó una era de prosperidad. Construyeron un montón de cosas… algo así como un Tajamar y un molino, y dejaron su huella con edificaciones como el Obraje, la Iglesia y la Residencia. ¿Te suena algo de eso?.

Hoy en día, todo ese legado sigue en pie y es parte importante de lo que somos. Así que ya saben, si quieren viajar en el tiempo… sólo hay que llevar el termo, el mate y sentarse un ratito en el Tajamar.