Anabel Barrientos, de barrio Nuevo Amanecer, lleva adelante un emprendimiento que se consagró como el primero en Argentina por combinar productos artesanales de uso cotidiano con accesibilidad, como el Braille o lengua de señas.
En Barrio Nuevo Amanecer, hace 9 años nació Dejavu, un emprendimiento que se gestó en los primeros tiempos del auge del emprendedurismo en la ciudad. Su creadora, Anabel Barrientos, autodidacta y madre de tres hijos, comenzó con la producción y venta de macetas pintadas, agregando luego objetos decorativos en madera y cerámica para diversificar su oferta.
Hace 6 años, adquirió su primer horno, marcando el inicio de una nueva etapa centrada en diseñar y producir vajillas y objetos de uso cotidiano. Este cambio la llevó a participar en ferias dentro de la provincia para dar a conocer su propuesta. La aceptación fue más que positiva. «Los productos gustaban, eran atractivos y generaban emociones. Ese fue el puntapié para preguntarme: ‘¿Y si se pudieran disfrutar con todos los sentidos?'», recuerda Anabel en diálogo con Redacción Alta Gracia.
Amor en Braille
Motivada por la inclusión y la experiencia personal con su hermana Magalí, quien tiene síndrome de Down, la emprendedora se propuso ir más allá. Estudió Braille, investigó su aplicación en cerámica y, después de meses de pruebas y errores, surgió la primera taza con la palabra «Amor» en Braille. «Siempre me gustó pensar que desde el lugar que nos toque estar podemos mejorar la calidad de vida de alguien más y así generar grandes cambios», opina.
«Mi primera emoción fue cuando Naty, una mujer con discapacidad visual, pudo leer esa palabra en Braille. Y su emoción fue cuando pudo disfrutar su propia taza con su nombre escrito en Braille: ese objeto tenía su identidad. Y así surge Dejavu, cerámica en Braille. Para ayudar a transmitir las más lindas emociones a través de los objetos», recuerda Anabel.
La primera marca argentina en combinar artesanía y accesibilidad
Sus productos, diseñados e ilustrados con sistema Braille y Lengua de Señas Argentina, son personalizables y buscan combinar productos cotidianos con accesibilidad. «Somos el primer emprendimiento en Argentina y la región en combinar de manera armónica productos atractivos, de uso cotidiano, con accesibilidad. Nuestro propósito es que la accesibilidad sea parte de nuestras vidas, para que en un futuro no tan lejano reemplacemos la palabra inclusión, por convivencia», expresa.
La emprendedora destaca que la elección del Braille es un acto de empatía. Busca ofrecer oportunidades para todos y promover la accesibilidad como un derecho. «Muchos de nosotros sabemos decir alguna palabras en inglés, ¿pero cuántos de nosotros sabemos decir un Hola en lengua de señas o escribir nuestro nombre en Braille?», plantea Anabel.
Con la marca registrada, Dejavu participó en la Feria Puro Diseño en la Rural de Palermo, Buenos Aires, un logro que, a pesar de los desafíos económicos, les brindó la oportunidad de ampliar aún más su propuesta. Con cada producto, Dejavu no solo ofrece arte y utilidad, sino también una ventana al mundo de la accesibilidad.
«Me encantaría poder ser fuente de empleo y empleo inclusivo. Y generar consciencia de la importancia que tiene para las personas con discapacidad la oportunidad del trabajo, de ser parte de la sociedad, de ser útiles. Ante todo, todos somos personas. La discapacidad solo es limitante cuando faltan la accesibilidad y las oportunidades», finaliza Anabel.