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Fantasmas, espíritu de una joven esposa, una niña encadenada, son algunas de las historias de terror que han sido alimentadas por el boca en boca de los vecinos a lo largo de los años.

Aprovechamos esta fecha controversial para muchos, de diversión para otros, para hacer un recorrido por las leyendas más espeluznantes que habitan en los muros de algunas casas de Alta Gracia.

Antes de comenzar, vale la aclaración que – como toda leyenda urbana – se alimenta del propio boca en boca y de las más descabelladas historias que fueron alimentadas por vecinos de generación en generación.

El castillo quemado

Se alza como uno de las casonas más emblemáticas de barrio Pellegrini.

El «castillo quemado» fue una de las residencias de José Aguirre Cámara y fue también, una icónica casa señorial de la zona. Por sus muros han pasado historias y cientos de personas: desde inquilinos, hasta concurrentes del boliche Topsy, que funcionó en la casona. ¿Por qué se le dice el castillo quemado? Porque cerca de 1992 sufrió un incendio que afectó el suelo de madera y una suntuosa escalera del mismo material.

El castillo quemado ha alimentado fábulas y leyendas de todo tipo: fantasmas y ruidos extraños. No obstante, la historia que más trascendencia ha tenido es sobre una niña en silla de ruedas, a la que sus padres mantenían encadenada en un altillo de la residencia.

También las leyendas urbanas atribuyen a esta casa la presencia de los gritos lastimeros de una joven, que, según la creencia popular, sus padres mantenían oculta al atravesar un embarazo adolescente. Según cuenta la leyenda, la casa fue incendiada y la joven no pudo escapar. No obstante, esa leyenda pertenecería a otra casona, que ya fue demolida y a otra que contaremos más abajo.

Villa Chichita, fantasmas desde hace cien años

Cuando la familia Guevara Lynch decidió instalarse en Alta Gracia para garantizar el estado de salud de su hijo Ernestito, hizo caso omiso a las leyendas urbanas de fantasmas que había en aquella residencia de calle Avellaneda.

Villa Chichita se convirtió en la primera casa en Alta Gracia en donde pasó su infancia el líder revolucionario Ernesto «Che» Guevara. Ya por aquella época, circulaban las leyendas de presencias misteriosas en sus paredes. De hecho, según los historiadores, cuando la alquilaron los Guevara Lynch (que vivieron allí entre 1933 y 1935) la casa llevaba deshabitada ocho años por el temor a la presencia de espíritus y, claro está, la alquilaron «por dos mangos».

La conocida «casa de los fantasmas» espantaba hasta el más valiente de la época debido al chirrido que hacían sus puertas y ventanas por el viento. El propio Ernesto Guevara, padre del Che, supo decir en un momento: «a mí me importaba un rábano las supercherías de la gente del lugar, pagábamos bien poco por el alquiler de la casa y estábamos bien cómodos».

Se prevé que la casa se convierta en un lujoso hotel boutique. ¿Se seguirán sintiendo aquellos sonidos de chirridos y puertas?

image - De fantasmas y espíritus: las leyendas de las casas embrujadas de Alta Gracia
Foto: Infobae

El apostador del viejo casino

El viejo casino del Sierras Hotel, que pronto se convertirá en un moderno centro comercial, también es uno de los protagonistas de las historias de ultratumba altagraciense.

Se dice que, en su interior, se escuchan los pasos de un hombre rico que perdió toda su fortuna en el casino y que decidió quitarse la vida.

Los lamentos de Achával Rodríguez y Tejedor

También ubicada en barrio Pellegrini, a ella se le atribuyen también los gritos de la supuesta adolescente embarazada que murió en un incendio, que mencionamos anteriormente.

Además, cuenta la leyenda que en aquella casa se escuchan los suspiros y lamentos de una joven recién casada, que falleció en su noche de bodas. De hecho, se dice que alrededor de la casa crece una planta llamada ramo de novia. ¿Casualidad?

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La niña que espantaba policías en la Colonia José María Paz

Hace poco más de una década trascendió la noticia de que personal de la Departamental Santa María se negaba rotundamente a prestar adicionales en la Colonia José María Paz. ¿La razón? Una niña que se aparecía en los pasillos e interactuaba con ellos.

Trabajadores de la Colonia también decían que se escuchaban lamentos y ruidos de cadenas. Incluso, de dudosa credibilidad, una de las imágenes fue captada por el celular de uno de los efectivos.

Estas son algunas de las historias que, desde hace décadas, son alimentadas por los vecinos y generan todo tipo de sentimientos, desde incredulidad hasta la más fervorosa convicción.

Quien les escribe, prefiere no ir a averiguar qué sucede en intramuros. Que las hay… las hay.