Esta semana se llevó a cabo el lanzamiento del Programa Nacional MenstruAR, que busca reducir el factor de desigualdad que implica la menstruación y garantizar el acceso a los insumos necesarios para la gestión menstrual. Dialogamos con especialistas y referentes de Alta Gracia sobre esta temática: qué es recomendable para la salud, cómo se vivencia en sectores más vulnerables, precios de productos de higiene y el rol del Estado.
La ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Ayelén Mazzina, encabezó esta semana el acto de lanzamiento del Programa Nacional MenstruAR. Esta iniciativa tiene como objetivo principal reducir el factor de desigualdad que implica la menstruación y garantizar el acceso a los insumos necesarios para la gestión menstrual.
El Programa MenstruAR se dirige específicamente a los gobiernos provinciales y locales, buscando fortalecer los programas municipales que abordan la temática menstrual. A través de este programa, se entregarán productos de higiene menstrual a los gobiernos locales, acompañados de instancias de formación y talleres sobre la gestión menstrual como un derecho fundamental y educación sexual integral en ámbitos comunitarios.
Siguiendo esta línea, este martes se realizó en Alta Gracia una jornada con diversas charlas y servicios respecto al Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, entre los temas abordados estuvo, por supuesto, la gestión menstrual.
«Para nosotros, los médicos de la atención primaria de la salud, es muy importante que se hable del tema porque la menstruación genera una carga de salud en la mujer. Genera también mayor costo económico en la mujer: hay que comprar los productos porque no están en ningún plan. Hay que tener movilidad para conseguirlo, quién te enseñe a usarlo, saber no generar infecciones o riesgos con estos dispositivos. Es algo natural, pero genera una carga, está bueno que se visibilice, que se hable, que se trabaje», explica a Redacción Alta Gracia Silvia Miranda, Médica Familiar de la Secretaría de Salud, Desarrollo y Equidad de la Municipalidad de Alta Gracia.
Menstruar es caro
«Es casi imposible. Ser mujer es caro, menstruar es caro, por mes tenemos gastos altísimos porque nuestros ciclos son distintos. Si hablamos de tampones, es imposible acceder si no estás en una buena posición económica», opina Rocío Pérez, miembro de ALDEA, quien brindó una charla sobre gestión menstrual. «La copita es cara, es una inversión, pero no a todas le funciona: está este tabú de ‘cómo voy a tocar sangre, me da asco’. Hay un poco de desinformación de todos, como sociedad, tratando de ocultar algo que es natural», agrega.
Haciendo un relevamiento en supermercados y farmacias, un paquete de toallitas femeninas va desde los $190 (con suerte), hasta los $850 un paquete de ocho unidades. Si hablamos de tampones, estos parten de los $670.
Este medio realizó una encuesta en mujeres desde los 16 a los 72 años sobre el uso de productos de gestión menstrual. Las adolescentes y jóvenes de hasta 25 años son las más «abiertas» al uso de copa menstrual y es más generalizado el uso de tampones. «Mi hija de 16 me insistió en usar la copa menstrual, me dice que es maravillosa, que me compre una. Yo ni loca», opinó entre risas una de las encuestadas.
«La copita menstrual estaría bueno poderlo movilizar más porque disminuye los riesgos de infección. Hay muchas mujeres que se quedan en casa cuando tienen la menstruación porque no tienen con qué pagar una toallita o tampón y eso es otro factor que marca una carga», manifiesta Miranda.
Si se entregan pastillas anticonceptivas, ¿por qué no copas menstruales?
A nivel nacional, a través de la Línea de Gestión Menstrual, creada en marzo de 2022, se entregaron 10 mil copas menstruales. En el mercado, se pueden conseguir desde los $2500.
«Un deber ser al que tenemos que llegar en algún momento, como Estado, es poder entregar, por ejemplo, copitas menstruales. Para la Salud Pública deben ser prioridad estas situaciones que marcan inequidad: todo lo que sea llegar a la igualdad de oportunidades debe ser fundamental para la salud pública. En algún momento tendríamos que poder entregar la copa menstrual, que garantiza 5 a 10 años de uso. Si algunas mujeres no pueden usarla por alguna razón médica, psicológica o social, deberíamos poder entregar otros dispositivos», finaliza Miranda.
Según datos del informe “Diagnóstico sobre uso y percepción de insumos de gestión menstrual”, en algunos casos, menstruar implica un riesgo de exclusión: con frecuencia, algunas personas han limitado su participación en distintas actividades tanto recreativas (50%) como educativas (35%) y laborales (22%) durante el ciclo.