Por Alicia Lucero. Hoy siento necesidad de hablar de la tarea de los docentes y de participación de los alumnos. Porque he conocido valiosos maestros e inolvidables alumnos.
Este tiempo de fiestas y de flores, nos llena de alegría y esperanzas…Ya, con nombrar el mes: setiembre, nos predisponemos a un estado de festejo y agradecimientos.
Menciono sólo dos días de celebración: El día del Maestro y el día del Estudiante.
Ésta es una relación con vínculos impensados entre docentes y alumnos.
El primero, con su actividad de entregas personales y afectuosas…y el segundo, con increíbles devoluciones de admiración y afecto. Una pareja inseparable y necesaria, en la vida social de un pueblo.
Es una misteriosa unión a través del tiempo y del espacio.
¿Cuál será el misterio que los une gratuitamente, por tantos años? ¿Cómo se afianza esta relación?
El trabajo artesanal y bello, que desarrolla la docencia, es suelo fértil para el crecimiento sorprendente y el futuro inmejorable.
Si alguno conoce de plantas, con seguridad conocerá, cosas de la vida de un árbol. Por eso pienso que se puede asociar con un árbol, a la vida de un buen docente. Creo no equivocarme al decir que él, como un árbol, soporta vendavales, lluvias, sequías y otras cosas, pero sigue su ciclo y siempre florece, da sombra y puede permanecer en paz.
Se enamora de lo que hace; y eso, le devuelve el pago inigualable del alumno que lo recuerda agradecido, y lo hace por este gesto, trascender en el tiempo. Todo de manera gratis.
Les regalo un ejemplo actual: Llegó a la puerta de mi casa una ex alumna de Jardín de Infantes Nuestra Señora de Fátima, con una plantita hermosa, para homenajearme en el día del MAESTRO.
-¿A mí, que sólo cumplí con mi tarea de acompañar a mis alumnos? -Pensé. Detalle: Hace 50 años.
La verdad, es que, sentí que era demasiado grande el cariño y sus sentidas palabras escritas como a fuego, en un precioso papel. Superó el bronce de las placas, esta expresión, porque sentí que Sandra lo grabó en su corazón…Y, esto es mucho. Para mí, fue el mejor honorario que recibí estos últimos tiempos.
Perdón por la falta de modestia y compartir mi experiencia de enseñanza, ante tantos docentes, que sin dudarlo, tendrán anécdotas increíbles en su recorrido de trabajo.
A la vez, sumo a este tema la reflexión para el ALUMNO.
Y creo que no debo cerrarlo, sin hablar de la otra cara del vínculo, dado que se volvería inexplicable e incompleto, si no lo hiciera.
Voy a hablar del alumno, nuestra pieza de arte. El moldeado personal de estos seres, en el aula o en los patios. El estudiante, sea del espacio educativo que sea…Tenga la edad que tenga.
Este ser, que recibe y aprende. El que nos regala vivencias inesperadas. Esta persona que no deja para después, su tallado de afectos, porque siente y devuelve el merecido afecto.
El alumno que recibe; pero que, también enseña al maestro.
Este afecto, es el misterio que mantiene el vínculo. Y creo humildemente, entenderlo desde el amor que se convierte en chorros de energía luminosa y que les permite a ambos estudiantes/docentes crecer y mantener intactos, los recuerdos.
Imagen: www.selecciones.mx