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Por Priscila Pereyra, Periódicas- ¿Por qué es importante que las mujeres pensemos en el dinero? Nos enseñaron a ocuparnos de la casa, del día a día y que las decisiones a largo plazo sean de nuestra pareja. La dependencia económica afecta la autonomía de las mujeres y vulnera sus derechos humanos, su calidad ciudadana y salud integral. Hablamos sobre el principal obstáculo para romper una relación violencia: la plata.

Daniela tenía 23 años cuando se fue a vivir con Martín, de 25. Ella trabajaba, pero él ganaba un sueldo más alto y le ofreció mudarse a su casa en barrio Piquete Las Flores de la ciudad de Santa Fe. A cambio de la casa, él le hacía pagar los impuestos y hacer las compras del día a día. Ella gastaba gran parte de su salario en eso. Él usaba la plata que ganaba para arreglos de la casa cuando hacía falta, pero principalmente para gastos suyos como ropa, zapatillas o el auto. Hasta ese momento, nunca habían hablado de plata y Martín había decidido por su propia cuenta que ese era el trato más justo. Daniela quedó embarazada, y al poco tiempo, Martín decidió separarse. “Mientras no tengas ningún macho y estés criando a mi hija, te podés quedar en la casa”, dijo Martín.

Hablemos de violencia económica y patrimonial

La violencia contra las mujeres puede manifestarse de muchas maneras. Tal como lo define la ley 26.485 de Protección Integral a las mujeres, violencia es “toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal”. La ley establece como un tipo de violencia la económica y patrimonial, aquella dirigida a menoscabar los recursos económicos o patrimoniales de la mujer. Aquí nos referiremos específicamente a la violencia económica y patrimonial hacia las mujeres dentro de un vínculo heterosexual, aunque también podría pensarse en otras identidades y formas de relacionarse.

Este tipo de violencia puede darse, por ejemplo, cuando existe una limitación de los recursos económicos que son destinados a satisfacer las necesidades o la privación de los medios indispensables para vivir una vida digna. “Puede ser a través del control de gastos que se dan hacia adentro de una convivencia o hacia dentro de un matrimonio en el cual una de las partes controla todo el tiempo lo que gasta la otra persona o decide qué gastos puede hacer y qué gastos no”, comenta Julieta Molina, abogada especialista en género, en diálogo con Periódicas.  

Además, estas situaciones se dan en un contexto socioeconómico desfavorable para las mujeres, que son quienes más sufren las consecuencias de los ajustes y se enfrentan con el clima más hostil en lo que refiere a su inserción laboral, económica y productiva. Según cifras producidas por las Naciones Unidaslas mujeres sólo son propietarias del 13% de la propiedad mundial mientras producen más del 50% del Producto Bruto Interno (PBI) del mundo. Las mujeres trabajadoras cuentan con salarios más bajos, doble jornada, mayor precarización y altas tasas de desempleo.

En la Argentina, la tasa promedio de la participación de las mujeres en el mercado laboral es del 49,2%, 21 puntos porcentuales más baja que la de los varones (71,2%). Estos datos surgen del informe «Las brechas de género en la Argentina. Estado de situación y desafíos», publicado por la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía de la Nación en 2020. “También es importante tener en cuenta la diferencia que existe en términos de quienes realizan las tareas domésticas. Eso es un trabajo y no se paga. Hay una violencia económica hacia las mujeres que es estructural, y una gran vulneración social. Este análisis no puede ir separado de la cuestión de clase”, opina la abogada Molina, quien además difunde información a través de su cuenta de Instagram Abogada de Mujeres

NOTA COMPLETA EN periodicas.com.ar/2021/10/21/sin-plata-y-sin-techo-no-hay-ni-una-menos/