Foto Agrupacion de Veteranos de Bomberos

El “Noble Panzer”, más que un camión, fue un emblema para generaciones de bomberos y vecinos. Verlo tirado, solo, sin sus compañeros, removió recuerdos que marcaron una época. Para los más jóvenes quizás no signifique mucho. Pero para quienes lo vieron nacer y lo vieron actuar, fue un gigante de acero que representaba orgullo, entrega y pasión por el servicio.

La historia del Panzer comenzó en los años 80, cuando la ciudad, con apenas lo justo, vio nacer un sueño. Jorge Peretti y Juan Zaldívar comandaron esa loca pero decidida empresa de construirlo. Fue un hijo para el cuartel. Cada pieza fue puesta con esfuerzo, cada peso fue reunido con sacrificio. En una ciudad de apenas 400 años de historia, él se convirtió en parte esencial de la memoria colectiva, contaron los bomberos de la Agrupación de Bomberos Voluntarios de Alta Gracia a través de sus redes.

Durante décadas, el Panzer no solo apagó incendios. Salvó vidas, protegió campos y casas, se enfrentó a ríos desbordados y se mantuvo firme ante emergencias que ponían a prueba el temple de todos. Su motor rugía cuando la ciudad más lo necesitaba, y su presencia era sinónimo de seguridad.

Hoy, verlo partir sin un homenaje, sin el sonar de la sirena, fue un golpe al corazón. La plata va y viene, dicen, pero lo que representa este camión no se mide en billetes. Fue construido cuando el cuartel era una familia humilde, pero con una enorme vocación. Y eso, quizás, sea lo que más duele: perder parte de una historia que nos identifica.

Algún día, ojalá no muy lejano, se hará justicia con su memoria. Algún día, sonará la sirena en su honor, como merece. Porque el Noble Panzer no fue solo un vehículo. Fue un símbolo. Y los símbolos, cuando son de verdad, no se olvidan.