Un 63% de los estudiantes cordobeses del secundario admitieron haber sido víctimas de bullying. En Alta Gracia existen varios talleres y capacitaciones de concientización. Pero, ¿qué pasa en las escuelas?
Hace un par de semanas, se viralizaron las imágenes de un grupo de alumnas de un establecimiento escolar de Alta Gracia agrediéndose físicamente en las afueras de la institución. Si bien en un principio se aclaró que, tanto la escuela como las autoridades iban a tomar cartas en el asunto, el caso no se trató de un hecho aislado y deja entrever una situación en la que viven miles de alumnos a nivel local, provincial y mundial.
En primera instancia, al ser consultados sobre la problemática, desde la Defensoría de los Derechos de Niños y Adolescentes explicaron a Redacción Alta Gracia que hay diferentes tipos de situaciones: la violencia fuera del establecimiento escolar, ya no es violencia escolar propiamente dicha, aunque el hecho se produzca en la puerta de la institución. Por otro lado, existe el bullying, o el acoso escolar.
¿Qué es el bullying?
Según la Defensoría de los Derechos de Niños y Adolescentes, hay bullying cuando se cumplen los siguientes factores: se da entre pares, se trata de un maltrato prolongado, es intencional y existe una desigualdad de poder.
Si vamos a números, un 63% de estudiantes cordobeses del secundario admitieron haber sido víctimas de bullying; mientras que un 46% sufrió acoso o una pelea física en el contexto escolar. Los números bajan cuando se hace una «mea culpa» de la problemática: sólo el 29% de los estudiantes cordobeses confesaron haber maltratado, insultado o agredido a un compañero.
Desde la Defensoría de los Derechos de Niños y Adolescentes explican que brindan diferentes talleres a nivel provincial basados en el «no más bullying». En Alta Gracia, en tanto, se acompaña a las escuelas con actividades de concientización y talleres. En caso de que exista violencia y vulneración de derechos, interviene el Área de Familia como órgano de asistencia.
«La barrera entre lo bien y lo mal se vuelve borrosa»
Volviendo al ejemplo local de las alumnas agrediéndose, llamó la atención un detalle: nadie intervenía, todos filmaban o pedían que luego ‘les pasen’ el video de la agresión.
«Hemos perdido la capacidad de asombro, estamos naturalizando la violencia de una forma alarmante. Vemos imágenes en la televisión y nada nos perturba. Los adolescentes y niños están atravesados por esta realidad y no saben cómo manejarla: sienten que pueden hacer cualquier cosa y eso no trae consecuencias porque la ley no existe, el castigo no es visto como una forma de reprimir la conducta, por el contrario, van más allá y muestra la impunidad a través de las redes sociales. Si algo no se publica, para ellos no existe y la barrera entre el bien o el mal se vuelve borrosa», opina al respecto la licenciada en psicología Soledad Ardiles (MP 8817).
«¿Por qué en lugar de separar a personas que se están golpeando preferimos tomar nuestros teléfonos y grabar la situación para mostrarla? Incluso percibo que las personas en lugar de disfrutar un show están con sus celulares grabando y no conectados con el aquí y ahora, sino mostrando a los demás lo que están viviendo, como si el simple hecho de vivir la experiencia no fuera suficientes, los likes y las visualizaciones se vuelven lo más importante», añade.
¿Qué hacer, entonces?
«El compromiso debe ser de todos. Los chicos son el reflejo no sólo de lo que sucede en sus casas, si no también de la sociedad», opina Ardiles.
Por otro lado, desde el municipio se aborda la temática a través de distintas propuestas, como Los Escenarios Reales de Participación o la participación estudiantil a través de capacitaciones a los delegados de centros de estudiantes de colegios secundarios.
A nivel familiar, en tanto, existen líneas provinciales, como la de la Defensoría de los Derechos de Niños y Adolescentes.